El Tránsito: Temporada 18 y el pescado sin vender
El Concejo Deliberante de Oro Verde aprobó el miércoles 20 de agosto, por unanimidad, un nuevo plan de «Ordenamiento Urbano y Mejora en la Trama Vial» propuesto por el Ejecutivo local. El plan incluye modificaciones en arterias clave como Los Sauces y Los Jacarandás, estableciendo sentido único solo en tramos específicos y permitiendo la doble circulación en el resto de su extensión. También contempla la prohibición de estacionamiento en ciertas zonas, la implementación de una rotonda en Av. Del Castillo y Av. Los Chañares para prevenir accidentes, y la instalación de un limitador de altura en Av. Los Eucaliptus.
Recién ahora el Municipio se encargará de señalizar los cambios y comunicar las nuevas disposiciones, aunque ya han surgido dudas sobre la efectividad de estas medidas dada la historia de implementaciones fallidas en años anteriores.
Es feo tener que decir: Te lo dije.
Por lo general se dice para advertir sobre algo que va a salir mal. Desde que se firmó el convenio lo vengo diciendo y disculpen que lo haga en primera persona. Algunos vecinos y vecinas de Oro Verde ya lo advertían, y también se comentaba en redes sociales, y algunos lo hicimos durante la campaña electoral del 2023.
La gestión actual y su contexto
La Unión Vecinal lleva cuatro períodos consecutivos al frente del municipio, sumando 18 años de gestión: primero con Dumé (3 períodos/ 12 años), luego con Toledo (1 período / 4 años) y actualmente con César Clement, quien está completando su segundo año como intendente.
Clement, quien fue director de Tránsito durante la última gestión de Toledo, ahora como intendente no encuentra cómo resolver «los problemas heredados de la gestión anterior». Esta continuidad en el poder político local ha derivado en la naturalización de problemas y situaciones que ha tenido como consecuencia una ciudadanía de baja intensidad donde los reclamos son en voz baja o desde el anonimato por temor a las represalias.
El resultado es la postergación de soluciones a problemas estructurales como el del agua potable y otros que han ido surgiendo con el crecimiento de la ciudad.
Así las cosas, el problema creado por Clement, cuando era director de Tránsito, aún sigue sin resolverse por el Clement intendente, quien no puede alegar desconocimiento del tema por su trayectoria en la municipalidad. Clement se queja de la ‘pesada herencia’ como el pirómano que llegó de bombero a apagar el incendio que él mismo empezó. No llegó en paracaídas; salió de la cabina de la autobomba que él mismo chocó contra el hidrante. Y ojo, que a los bomberos voluntarios le ha conseguido importantes elementos, lo cual se agradece. Pero no deja de ser irónico que el mismo que equipa al cuerpo para apagar incendios, haya sido el que prendió la mecha del desastre vial y ahora no sepa cómo sofocarlo.
Tampoco puede delegar toda la responsabilidad porque tiene como Coordinador de Áreas Municipales a su cuñado Tino Reynoso, con quien supimos dialogar del tema en el programa radial «Con Buen Tino». Con Tino, el cuñado, de Coordinador, el municipio ya no se maneja como una empresa familiar; es una taperware familiar. Sobran los dedos de una mano para contar a los que toman las decisiones, y todos comparten apellido o sobremesa. El interés público es el tupper que siempre sobra y nadie se quiere llevar.
Evolución del problema del tránsito
Antes de 2019, el tránsito en Oro Verde no era un problema grave de la ciudad Si bien existían algunos temas menores que requerían atención no representaban una crisis significativa ni afectaban de manera crítica la calidad de vida de los vecinos.
Sin embargo, a partir de la implementación del Plan de Movilidad Sostenible en 2019, donde solamente el estudio tuvo un costo de $250.000 pesos en ese momento, equivalente a aproximadamente 4.329 dólares, y que hoy costaría más de $5.788.874 pesos si se actualizara al valor del dólar en agosto de 2025), el tránsito comenzó a ser problemático.
Ejemplos claros son el descontento generado por las ciclovías mal implementadas porque el estudio de la facultad de Ingeniería no recomendaba hacer lo que se hizo en ninguna de las más de 120 páginas del informe.
A la mala implementación de las recomendaciones se le sumó que dejaron todo a medio hacer como todavía se observa en la señalización. Basta recorrer calles Las Tacuaritas donde la cartelería indica un solo sentido, doble mano en la otra esquina y en la siguiente está borrado.
Ni hablar de los embotellamientos que se producen en la intersección de Los Jacarandáes y Av. Del Castillo, además de los atascos los conductores terminan insultándose entre ellos.
Queda claro que el problema del tránsito era inexistente pero se generó bajo la gestión de Oscar Toledo y su director de Tránsito César Clement.
Hoy intendente César Clement tiene que lidiar con la «pesada herencia de la gestión anterior» y el tema del tránsito sigue sin resolverse.
Costos innecesarios por mala implementación
El informe de movilidad sostenible realizado por la UNER contenía múltiples recomendaciones, pero su implementación práctica fue parcial y defectuosa, lo que derivó en gastos significativos pero ineficientes.
Por ejemplo, las ciclovías recomendadas no fueron correctamente implementadas y fueron señalizadas de manera deficitaria y con elementos anti reglamentarios conocidos popularmente como «las bolas de Toledo» debido a su forma (semiesferas de cemento pintadas de amarillo), no solo resultaron inadecuadas para su propósito y lo más grave es que provocaron accidentes donde por lo menos dos vecinos resultaron con fracturas óseas.
Las «bolas» fueron fabricadas en los talleres municipales, implicaron un gasto considerable en materiales, mano de obra y transporte. Las ‘bolas de Toledo’ ya tienen su mausoleo: el patio municipal, el monumento definitivo a la estupidez. Son la prueba de que en Oro Verde, hasta las piedras (de cemento) son un peligro público. Descansen en paz, y ojalá le pongan una lápida que diga: ‘Aquí yacen $15 millones de pesos’.
Lo mismo ocurrió con la señalética: se fabricaron y colocaron nuevos carteles que luego tuvieron que ser retirados o tapados con bolsa negras de polietileno, duplicando innecesariamente los costos. En varias esquinas de la ciudad se retiraron los nuevos carteles y aún están sin las flechas indicadoras.
En ambos casos se siguió la misma lógica:
- Gastar en la fabricación e instalación inicial.
- Gastar nuevamente en su remoción.
- Incurrir en costos adicionales por reparaciones y atención a accidentes.
Es decir, hubo una importante gasto de recursos públicos, pero mal ejecutada, lo que resultó en un despilfarro de fondos municipales y problemas adicionales. Hace un año calculamos entre materiales, pintura reflectante, combustible de vehículos y pago de horas extras entre 10 y 15 millones de pesos para nada.
Falta de consulta a los vecinos
Uno de los principales problemas en la gestión municipal es la falta de consultas genuinas a los vecinos para abordar temas críticos como el del tránsito. A pesar de que el Plan de Movilidad Sostenible identificó múltiples desafíos en 2019, desde la municipalidad nunca se realizó un proceso participativo que involucre a los habitantes de Oro Verde en la toma de decisiones.
Es cierto que, en distintos momentos, los vecinos han recibido promesas de progreso y mejoras urbanas, especialmente durante campañas electorales. Sin embargo, estas promesas no se tradujeron en una verdadera escucha ni en mecanismos de participación efectivos. Por el contrario, los habitantes de más tiempo en la ciudad hoy «miran la fiambrera» porque, aunque se les habló de desarrollo y avances, no ven resultados tangibles en su calidad de vida.
El caso del tránsito es emblemático: en lugar de consultar a los vecinos sobre sus necesidades reales, se implementaron medidas como las ciclovías y la señalización vertical sin evaluar su impacto en la comunidad. Esta dinámica ha generado descontento y frustración, reforzando la percepción de que las decisiones se toman de manera unilateral, sin considerar a quienes más sufren las consecuencias.
Mientras tanto, los vecinos de Oro Verde seguimos siendo espectadores de nuestro propio pueblo, viendo cómo 18 años de la misma receta política nos sirven el mismo guiso recalentado. La pregunta ya no es cuándo nos vamos a cansar. La pregunta es qué carajo vamos a hacer ahora que estamos podridos. ¿Seguir mirando la fiambrera desde lejos, o empezar a devolverles el plato vacío? Dieciocho años del mismo guiso recalentado merecen más que un suspiro; merecen una huelga de hambre. O de paciencia.

Periodista, ciclista amateur, observador desde las orillas. Fundador y Director de Emisora Regional 97.3. En este espacio escribo con libertad y humor, sin compromisos de cobertura ni solemnidad.